Las lecciones de Marruecos

En el primer Mundial de su historia Marruecos nos ha demostrado que en el fútbol todo es posible
No fue el mejor inicio para Marruecos. La abultada derrota ante Alemania en el primer partido mundialista de su historia pronosticaba un paso fugaz por la competición. Distinto al del combinado de Walid Regragui meses atrás en Qatar. Pero la Copa del Mundo ha vivido su particular ‘Primavera Árabe’, viendo como las debutantes del Norte de África dejaban escrito su nombre en mayúsculas y conseguían alcanzar los octavos de final. Las emocionantes imágenes de las futbolistas al conocer el empate de las alemanas serán icónicas. Porque Marruecos nos ha enseñado a no dar nada por perdido, a creer en un fútbol inclusivo y que detrás de una derrota siempre hay una pequeña victoria. El primer equipo árabe en pisar terreno Mundial se ha encargado de poner al continente africano sobre el mapa.
El fútbol es para todas
No cabe duda que uno de los nombres propios de Marruecos ha sido el de Nouhaila Benzina. La defensora marroquí se convirtió en la primera futbolista en usar hijab en la Copa del Mundo. La FIFA prohibía que los futbolistas jugaran con cualquier símbolo religioso, especialmente por razones de salud y seguridad. Sin embargo, tras la presión de deportistas y asociaciones, en 2014 se anuló el veto. Si bien en el fútbol árabe las futbolistas podían usar el hijab, hasta hace apenas unas semanas no se había hecho en una gran competición. Una herencia cultural que va más allá de la religión, pero la presencia de Nouhalia no estuvo exenta de polémica.

Una oleada de apoyo y críticas por partes iguales. Pero en Francia, el debate se intensificó cuando L’Equipe, uno de los principales medios deportivos franceses, publico un artículo que contrastaban con las posturas del país galo y la FIFA. Precisamente Francia es el único país que prohíbe el uso del hijab en el deporte en desacuerdo con las políticas del organismo internacional de fútbol. Un choque entre el laicismo y la libertad de expresión, que se trasladó al césped en los octavos de final. Marruecos se enfrentaría a Francia, con resultado a favor de las experimentadas europeas en detrimento del sueño árabe.
Y del acalorado debate a la previa olímpica. Porque el próximo año se celebran los Juegos Olímpicos con sede en París. Sin resolver tal asunto, las controversias se van a mantener. Sin embargo, una de las primeras lecciones que nos ha enseñado Marruecos en el Mundial es que el fútbol es para todas. Todas las personas tienen derecho a saltar al césped, y quizá hay normas que debieron ser revisadas mucho antes. Nunca es tarde para rectificar y poder ver a jugadoras como Nouhaila Benzina convertirse en referente para toda una generación.
Querer para creer
Cuando Marruecos perdió 6-0 ante Alemania en su debut pocos esperaban lo que sucedería en los siguientes 180 minutos. Querer para creer. La victoria ante Corea del Sur sirvió como redención, pero el buen hacer de Colombia y el peso de las germanas tenían todos los boletos para imponerse en la fase de grupos. Aun así, la maldición coreana cayó nuevamente sobre Alemania y Marruecos consiguió vencer a una de las grandes revelaciones de este torneo. El gol de Anissa Lahmari y llevó a Marruecos a estar pendiente de transistor. Las lágrimas en la celebración lo dijeron todo. Marruecos hacia historia. Solo dos goles a favor le bastaron para clasificar por primera vez a octavos de final. Misma historia que sus homólogos masculinos, que maravillaron en Qatar. Alcanzar las semifinales está al alcance de pocos, y Marruecos rompió una barrera para el fútbol africano.

Del hito del equipo de Walid Regragui al de Reynald Pedros. Dos entrenadores franceses que se despidieron ante el combinado francés. Final amargo para la demostración de fe que Marruecos evidenció en ambas ediciones. Los argumentos son sólidos para dejar claro que tanto las leonas como los leones del Atlas están dando pasos para asentarse. En clave femenina, siendo pioneras en territorio aún por descubrir. El fútbol árabe aún tiene mucho por explotar, pero Marruecos es el ejemplo de un proyecto unido por una pasión. Ya nos lo demostraron con el gran papel del país –que actuó como anfitrión- en la Copa Africana de Naciones. No solo por su buen desempeño en el terreno de juego, sino que también en las gradas.
Con los pies en el suelo
De vivir en un sueño a despertar en 20 minutos. El fútbol tiene sus golpes. Con Francia goleando, se acababa el camino mundialista de Marruecos. Sin apenas opciones, pero las marroquís se despedían con el orgullo en alto. Porque en el fondo evidenciaron necesitar poco para superar la fase de grupos. De hecho de las ocho debutantes fueron las únicas en superar la primera barrera. Aun así, la distancia con Francia era amplia. Dos países con estrechas relaciones – hasta nueve futbolistas podrían jugar en ambas naciones – pero en momentos completamente dispares. En Marruecos todavía están empezando en comparación con las francesas.

Pero en Marruecos saben de dónde vienen. Pero también tienen claro dónde van. Lo dicho anteriormente. La pasada edición de la Copa África fue toda una demostración de amor por el deporte. Las gradas se llenaron viendo como su equipo alcanzaba fases y se plantaba a la final. Pese al amargo resultado, les permitió cumplir el sueño de disputar por primera vez el Mundial. No obstante, Australia y Nueva Zelanda se suponen la punta del iceberg. Un premio al desarrollo en los últimos años y a la apuesta por el deporte femenino. Y todo gracias a las 46.000 personas que un año atrás impulsaron a Marruecos a la final continental. Con los pies en el suelo, el futuro trae esperanzas, y el Mundial solo ha sido una puerta abierta más.
África reclama su lugar
Hasta tres selecciones africanas clasificaron a la fase final del torneo. Entre ellas Marruecos junto a Nigeria y Sudáfrica. Solo la debutante Zambia se quedaba fuera antes de tiempo. Grito al cielo, porque África, el continente olvidado, reclama su lugar. Un lugar que el fútbol femenino no le había podido dar. Aunque Nigeria ha participado en todas las ediciones, alcanzando los cuartos en 1999, su techo han sido los octavos de final. Otro año más ni ellas ni sus vecinas han podido superar esa barrera. No obstante, el papel mayoritario de las africanas era residual. Selecciones como Ghana, Guinea Ecuatorial y Costa de Marfil han pasado de forma fugaz por la competición. Otras, como Camerún, lograron sorprender en su única edición llegando a octavos, pero como 2023 nunca.

Tres selecciones que no solo han clasificado sino que también han dejado huella. Una forma de romper barreras y estigmas, y mientras jugadoras como Oshoala y Kgatlana lideran a sus países, otras se presentan ante un mundo que desconocía de su existencia. Lejos ha quedado Zambia de dejar una buena imagen. Pero entre las abultadas derrotas y las polémicas quedará su primer gol mundialista y una sorprendente victoria en la previa del torneo ante Alemania. Parecía que el destino de las germanas estaba escrito. África sigue abriéndose paso entre la maleza. Sin apenas referentes pero con la moral cada vez más alta. Marruecos, que volverá a albergar la próxima Copa Africana el próximo 2024, se convertirá en un escenario para disfrutar.
Imágenes de Getty Images.