La goleada de Noruega permite dejar atrás los fantasmas del pasado y las tensiones internas para aventurarse una vez más a los octavos de final

Noruega ha hecho los deberes a tiempo. Como cuando hacías el workbook de inglés mientras la profesora se acercaba para revisar la tarea. Hasta ese nivel ha llegado el equipo nórdico. Tras dos jornadas donde la luz al final del túnel se veía lejos, la contundente victoria ante Filipinas calma los ánimos en un vestuario al borde de la crisis. O eso parecía. Las de Hege Riise por fin se han desatado de los fantasmas del pasado, y por ahora, seguirán en el torneo. Un triunfo que da moral, y que permitirá encarar la próxima ronda con el alivio de quitarse el peso de encima que supuso la eliminación de la Eurocopa. No es fácil curar los traumas, lo pudimos ver en los anteriores 180 minutos. Pero Noruega no ha sucumbido ante la adrenalina de jugárselo todo. La profesora se acercaba, la tensión aumentaba, y finalmente, como si nada.

Porque encima Noruega ha sabido responder bien. Y se ha llevado el aplauso de su clase. Ya lo dicen, no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy. Pero en Noruega se han atado a otro concepto: quien no arriesga no gana. Vaya si han arriesgado. Aunque Filipinas se presentaba como debutante, lo hacía con el ansia de dar nuevamente la sorpresa. En el otro encuentro, las matemáticas permitían un empate momentáneo entre Suiza y Nueva Zelanda. Sin embargo, desde el primer momento, esa leona herida llamada Noruega ha salido a morder, y el plan no ha fallado. Incluso con Graham Hansen sobre el césped, en lo que parecía dejar atrás las diferencias junto a la entrenadora. Una situación injusta para ambos bandos. Perdía Hege y también Caroline. Con la baja de Ada Hegerberg, las nórdicas no podían permitirse perder a otro puntal. Y menos por diferencias extradeportivas.

Pero, sin duda, la gran estrella del triunfo ha sido Sophie Roman Haug. La delantera tenía la difícil misión de hacer olvidar a Hegerberg. Además, en el día de su debut. Ha hecho suyo lo de aprovechar las oportunidades. En menos de veinte minutos, el equipo ganaba gracias a su doblete. Dos goles de gran belleza artística para poder quitarse la bombona de oxígeno, y acercarse a la redención. Mientras el empate se mantenía en Dunedin, la banda izquierda del Eden Park era toda una pesadilla para el equipo filipino. Graham Hansen quería dejar huella. Reivindicarse y demostrar porque es líder. Así lo hizo con un zapatazo para marcar más diferencias. 3-0 en el marcador y el alivio colectivo. La tormenta amainaba.

Nada mejor para irse a los vestuarios con las heridas curadas. Filipinas no era capaz de salir de su propio campo ante la presión de las noruegas. Una presión que se mantuvo en el segundo tiempo. Ni diez minutos pasaban de la reanudación que el marcador marcaba 5-0. Un gol en propia y otro de Reiten señalaban un final idílico, aunque todavía faltaba más de media hora para que lo hiciera la colegiada. Tiempo suficiente para que Sophie Roman Haug sellara uno de los mejores partidos de su carrera. La atacante de la Roma cerró el encuentro logrando el hat-trick. Demoledora en el juego aéreo. ¿Quién necesita a Ada Hegerberg teniéndola a ella? Fuera cinismo, la joven de 24 años ha sabido recoger el testigo de la mejor futbolista del país para aparecer en un momento crucial.

El empate definitivo entre Suiza y Nueva Zelanda permitía la esperada clasificación a los octavos de final. En segunda posición, empatadas con las coanfitrionas, pero con mayor diferencia de goles. Triunfo para romper una racha de cuatro partidos sin ganar en la Copa del Mundo, sumando sus últimos resultados en 2019, donde consiguieron llegar a cuartos de final. Además de marcar en un solo partido más goles que en sus seis partidos anteriores en dicha competición (4). Datos que hablan por sí solos. Noruega necesitaba encontrarse para disfrutar en los grandes torneos. La goleada ante las asiáticas es un paso adelante para encontrar la identidad que 28 años atrás las convirtió en campeonas del Mundo. En el otro lado, Nueva Zelanda y Filipinas se despiden de un torneo después de haber dinamitado su grupo, estirando la tensión hasta la última jornada de la fase de grupos.

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