El talón de Aquiles de Estados Unidos

Acostumbradas a reinar, Estados Unidos vuelve a soñar con un Mundial después de cuatro años de altibajos y más dudas de lo habitual
Cuatro Mundiales en su palmarés. Los dos últimos consecutivos y ocho ediciones sin caer de semifinales. El resumen de la hegemonía de Estados Unidos cuando toca imponerse ante los gigantes del planeta. Un dominio que para muchos vive bajo la amenaza de dejar de ser eterna. Hoy las estadounidenses se encuentran con tres enemigos al frente: la subida del nivel en el resto de selecciones, un cambio generacional que puede significar un arma de doble filo y el mayor dolor de cabeza para su seleccionador, Vlatko Andonovski, una plaga de lesiones.

El primer Mundial con 32 selecciones amenaza con ser un antes y un después para Estados Unidos, que tendrá todas las miradas sobre su fútbol, pero especialmente, sobre sus resultados. Ahora la incógnita pasa por la enorme responsabilidad que tiene Estados Unidos en este Mundial. Los fracasos suelen llegar de unas expectativas que no se cumplen, y el debate en el país norteamericano pasa entre el miedo al fracaso o por la ambición de volver a reinar.
¿Sigue a flote Estados Unidos?
En 1999 Estados Unidos ya llenaba estadios. Una década antes, durante los años 80’, en Europa la UEFA solamente tenía 12 federaciones inscritas en fútbol femenino. Cifra que contrasta obviamente con los Mundiales que empezó ganando Estados Unidos en 1991 y en el propio 1999. A partir de la década de los 2000, selecciones como Noruega, Alemania, China o Japón empezaron a igualar fuerzas. El crecimiento del fútbol femenino ha sido tal en cuatro años que selecciones que pasaban de puntillas en 2015 y 2019, llegan ahora como la gran amenaza para hacer bajar a Estados Unidos del trono.
Si nos dejamos guiar por los torneos de categorías inferiores, los antecedentes no son del todo buenos. En los últimos dos Mundiales Sub-20 (2018 y 2022), el equipo se ha quedado sin superar la fase de grupos. Hoy es el momento de que jugadoras que estuvieron en aquella edición mundialista de 2018 den un paso al frente con la absoluta para hacer olvidar el fracaso de hace cinco temporadas, como es el caso de Sophia Smith.
Hace 20 años el círculo de los gigantes del fútbol femenino se abría en dos, tres o cuatro selecciones. Hoy la burguesía incluye cada vez más equipos que se reparten ‘los trozos de la tarta’: Inglaterra, Francia, España, Alemania, Estados Unidos o Australia, además de un largo segundo escalón que siempre puede dar la sorpresa.
El cambio de ciclo, un arma de doble filo
En este caso Estados Unidos llega al Mundial a pie cambiado, en mitad de una transición que genera tanta expectación como dudas en los últimos meses. El equipo ha perdido un número importante de jugadoras respecto al anterior mundial, la gran mayoría por lesión, pero también hay excepciones como Carli Lloyd, Allie Long, Jessica McDonald o Ali Krieger. Por no hablar de una Megan Rapinoe que en la que será su última temporada en la élite sigue lejos de su mejor versión.
“Me encanta ser el centro de atención, me encanta la presión”. Así habla Sophia Smith a pocas horas de jugar el primer Mundial de su historia. Una jugadora que lleva el ADN ganador en la sangre de tal forma que en su debut como profesional marcó en el primer balón que tocó,. No solo eso, es la MVP más joven en la historia de la NWSL.

Junto a Sophia Smith encontramos una generación repleta de jóvenes talentos que salen a la palestra. Trinity Rodman, Allysa Thompson, la revelación Savannah DeMelo o la pareja de centrales Naomi Girma y Alanna Cook. Ninguna suma más de tres temporadas como profesional,pero tendrán la responsabilidad de no fracasar en un Mundial después de que sus antecesoras dejen el listón por las nubes. Aunque en el caso de Sophia Smith no hablamos de fracasar, sino de ambición por ganar. Ella misma lo ha reconocido.
Por un lado llegas con jugadoras bajo la etiqueta de leyendas que ya han ganado un Mundial como son Alex Morgan, Crystal Dunn, Kelley O’Hara o Alyssa Naeher. Mientras que en la otra cara de la moneda, Estados Unidos aterriza en Australia con hasta 14 futbolistas que debutarán en el torneo: Casey Murphy, Aubrey Kingsbury, Alanna Cook, Emily Fox, Naomi Girma, Sofia Huerta, Savannah DeMelo y Kristie Mewis, Ashley Sánchez, Andi Sullivan,Trinity Rodman, Sophia Smith, Alyssa Thompson y Lynn Williams.
La otra incógnita en Estados Unidos pasa por el juego de una selección que sufre contra equipos que se le encierran en un bloque bajo. Sin ir más lejos el claro ejemplo fue el del último amistoso antes del Mundial. Acabaron imponiéndose a una Gales tan férrea como efectiva la cual solamente pudo ser desarticulada por las genialidades de Trinity Rodman, quien abrió el marcador en el 76’.

Son precisamente esas genialidades individuales las que han salvado a las barras y las estrellas de sufrir ‘pinchazos’ fuera de lugar en estos cuatro años de travesía. A nivel colectivo existe una falta de recursos para desarticular bloques bajos, algo que pasó factura en los Juegos Olímpicos. La mejor noticia para Vlatko pasa por ser el único entrenador con una plantilla de jugadoras que llegan al Mundial en plena temporada con sus clubes, y por lo tanto, en plena forma física. A diferencia de las europeas que llevan un mes con la competición finalizada.
Las lesiones, el peor enemigo de Vlatko Andonovski
Desde su llegada al cargo Vlatko Andonovski no ha podido realizar ninguna convocatoria sin la influencia de alguna jugadora lesionad. Pero la única realidad es que ha llegado al Mundial con hasta ocho bajas importantes: Mallory Swanson, Christen Press, Tobin Heath, Sam Mewis, Catarina Macario, Tierna Davidson, Abby Dahlkemper y Becky Sauerbrunn.
Empezando por la línea defensiva, las tres centrales que viajaron al anterior mundial se perderán la presente edición. Nos despedimos de la jerarquía de Abby Dahlkemper y Becky Sauerbbrunn, de la cual sí que pudo disfrutar en su momento Jill Ellis. En segundo plano encontramos a Tierna Davidson, que entró en la convocatoria de 2019 con 20 años y apuntaba a llegar para 2023 siendo la central de jerarquía. Todo un proceso de cuatro años al que han puesto freno las lesiones.



En el centro del campo Sam Mewis y Catarina Macario se perderán la cita mundialista por lesión de ligamento cruzado. En el caso de Mewis es una de esas futbolistas todavía en un buen momento de su carrera y con experiencia en el anterior Mundial, además de en los Juegos Olímpicos. Además, se estaba manteniendo en las convocatorias tras la salida de Jill Ellis y la llegada de Vlatko Andonovski.


Por último, es imposible no hacer mención a Tobin Heath y Christen Press, las referencias de toda una generación. Desde que salieron en el Draft para Racing Louisville en 2021 han pasado a ocupar un segundo plano mediático derivado de las lesiones. Mallory Swanson es una de las otras titulares que verá el Mundial desde la grada, una jugadora que llegó incluso a jugar la She Believes Cup en febrero siendo la máxima goleadora con 4 goles en 3 partidos.


Sí finalmente las estadounidenses se ven superadas por el miedo a fracasar, hablaremos de una selección inexperta y con jugadoras más cerca de retirarse que de su mejor versión. Por otro lado, si cumplen con ese hambre por reinar, las portadas se llenarán de la combinación perfecta entre experiencia y juventud. Los resultados serán el único juez de la etiqueta que portará los próximos años la generación que nació con Abby Wambach y Rapinoe como referentes.
Imágenes de Getty Images.