Conseguir lo imposible

Una remontada y una final histórica para llevar al Barcelona a la gloria y dejar atrás los fantasmas del pasado
Hacer fácil lo difícil. Ni los fantasmas de Turín ni la eficacia alemana han impedido que el Barcelona se vuelva a convertir en campeón de Europa. Un relato inolvidable y una enorme personalidad para darle la vuelta a un partido que parecía decidido. Las reinas querían más, y así lo han demostrado. Suena el “We Are the Champions” y Eindhoven es una fiesta. Muchos sentimientos pero pocas palabras para describir lo sucedido. Y es que tenía que ser para ellas. La sonrisa de Alexia Putellas es la emoción de toda una afición y de un equipo que lo merecía como nadie. Todavía más tras el cruel resultado de la pasada temporada. Pero este año ha sido distinto, y aunque parecía imposible, el Barça lo ha conseguido.


Ya lo dijo Alexia a principio de temporada. “Queremos volver a llegar a la tercera final consecutiva de Champions y ganarla sí o sí”. Sin embargo, el partido se ponía cuesta arriba nada más empezar. Un error de Lucy Bronze y la vivacidad de Ewa Pajor adelantaban al Wolfsburgo. Jarro de agua fría para el Barça y primeros atisbos de nervios. Con la final anterior todavía en la mochila, tocaba gestionar las revoluciones. Pura intensidad, pero mayor dominio blaugrana. No obstante, las ocasiones no entraban. Mientras el Barça perdonaba en un área, Alexandra Popp castigaba con el segundo. Nuevo golpe para las blaugranas. 45 minutos para el olvido y un descanso más que anisado. Remontar sería tarea difícil, pero no imposible.
Como si de otro partido se tratara, Caroline Graham, prácticamente desaparecida durante el primer tiempo, daba un golpe sobre la mesa. Recorte de diez y asistencia para que Patri Guijarro ajustara distancias. Dos minutos después, aparecía de nuevo Patri Guijarro para empatar el partido. Doblete y locura en el Philips Stadion. Como un león herido, el Barcelona renacía de las cenizas para cambiar por completo el rumbo del encuentro. Nunca puedes darlo por muerto. Y más cuando se trata de una promesa. Se la debían a una afición siempre fiel y leal. Pero no había acabado. Aunque el Wolfsburgo parecía despertar, el partido ya era blaugrana. Con el tercero cada vez más cerca, Fridolina Rolfö hacía valer la ley de la ex para culminar la remontada y sumir al Barça a la locura.
Con el título cada vez más cerca, la desesperación personificada en Popp ponía picante a unos últimos minutos de infarto. Siete minutos de descuento eternos. El Wolfsburgo atacando con más fe que intención. El ritmo cardíaco por las nubes. Por fin, suena el pitido final. El Barcelona, campeón. Nunca un título se había celebrado tanto como este. Por el contexto y por el significado. Por lo que sucedió en Turín. Por el regreso de Alexia. Por la paternidad de Giráldez. Por la reivindicación de Guijarro. Por la casta de Irene Paredes. Por la magia de Aitana. Por la temporada de Rolfö. Por el carisma de Mapi. Por todas ellas. Por todos nosotros. Nada es más reconfortante que el fútbol haciendo justicia. Lo merecían. Solo necesitaban demostrárselo a ellas mismas. Creer en que todo es posible.

En can Barça han convertido los errores del pasado en los éxitos del hoy. Con la presión de tener que ganarlo todo y de no permitirse ningún fallo, se han convertido en el mejor equipo del mundo. Ahora quieren más. Saborean el presente sin dejar de pensar en el futuro. Terminan la temporada por todo lo alto para empezarla con más retos e ilusiones. Nada puede describirlo mejor. Las blaugranas cierran otra temporada perfecta. Solo faltará conseguir el ansiado pleno que tanto se resiste. Que no quepa ninguna duda, que el objetivo del próximo curso será este y más. La fiesta y las celebraciones son merecidas. El mejor punto final a la regularidad.
Imágenes de Getty Images.