Mikel Ondarre: «A veces es más importante la persona que lo táctico»

Años en el barro para llegar a la máxima categoría del fútbol femenino español. Esto define a Mikel Ondarre, segundo entrenador del Rayo Vallecano en la 2021/22. Un camino en el que aprender y disfrutar.
No es fácil llegar a la élite. Eso lo sabe muy bien Mikel Ondarre, que tras años formándose en el fútbol base, llegó al banquillo del Rayo Vallecano durante la temporada 2021/22 para ser segundo entrenador. Aun así no fue un año nada sencillo. Marcado por la pandemia, el equipo descendió a Segunda División tras 19 años compitiendo en la máxima categoría. «El objetivo era ponerle rumbo al barco aunque al final no pudo ser». No salieron nada bien las cosas, a pesar de todo el trabajo que se hizo detrás para levantar la situación. Tras dos derrotas muy duras, el cuerpo técnico fue cesado en febrero. «Esos dos partidos los he visto muchísimas veces, porque al final también te sientes culpable de que las cosas no salgan bien». Camino corto pero intenso para un Mikel que nunca hubiese imaginado llegar tan lejos.
Hablamos con Mikel en una agradable charla de sus inicios, de su interés por el fútbol femenino, y sobre todo de cómo fue esa experiencia en un equipo como el Rayo Vallecano. «Te llevas el privilegio de haber podido disfrutar de la máxima categoría y de estar en un club con tanta historia». Un año, que a pesar de sus dificultades, quedará siempre en el recuerdo de nuestro protagonista.
¿Cómo empieza tu vinculación con el fútbol?
Mi interés por el fútbol viene un poco de familia. Desde mi bisabuelo hasta mi padre, que todavía con 60 años, sigue jugando con los aficionados. También he tenido la suerte de estar rodeado de amigos que siempre han jugado al fútbol. Y de allí viene también el interés por el fútbol femenino, porque jugábamos mucho con una de mis mejores amigas de la infancia. El contacto de jugar con una chica, algo que yo veía como normal, aunque en ese momento no era habitual, me dio el sentimiento de querer entrar en este mundo. Siempre he tenido claro que quería apostar por ello. Creo que siempre he estado en contacto en mayor o menor medida con el fútbol femenino y afortunadamente he tenido la suerte de poder dirigir en un banquillo de Primera División.
¿Hasta qué edad jugaste al fútbol?
Estuve jugando hasta los 20 años. He pasado por San Ignacio, Salamanca y Alavés, pero yo a los 18 empecé a entrenar a los porteros. Fue mi primer contacto, porque al ser portero me lo ofrecieron. Lo compaginé con la carrera durante dos años, pero me di cuenta de que eso no era lo mío, quería pasar al campo. Siempre lo he dicho, yo era portero en el césped, pero en la calle con mis amigos prefería jugar de campo. Incluso en los últimos años de mi “carrera” futbolística acabé como jugador. Y todo eso coincidió con que durante ese verano el Aurrera de Vitoria me ofreció entrenar a dos equipos, el futbol ocho y el regional de chicas, y a partir de allí me decanté solo por entrenar. Desde ese año hasta ahora he estado entrenando a un grupo de chicas.
Estudié dos años en Salamanca y luego pedí el traslado en la UPV, donde considero que he hecho la carrera porque fue donde me decidí por dedicarme al fútbol. Y también es donde mayor evolución formativa y profesional he tenido. Tanto por profesores como en oportunidades, ya que entré en contacto con el Athletic, estuve en el Alavés de preparador físico, fui una semana a Valencia donde visité a Irene Ferreras… Yo sabía que quería dedicarme al deporte al entrar en la carrera, pero no sabía en qué medida, y fue en la UPV donde lo tuve claro.
¿Cómo fue ese inicio en el Aurrera de Vitoria?
Cuando entro en el Aurrera de Vitoria considero que era muy novel, pero empecé a formarme leyendo mucho, escuchando ponencias, viendo partidos en Mendizorroza con una libreta, sacando fotos de sistemas para luego analizarlos… Todo eso me hizo querer dedicarme a ser entrenador. Además, ya había dejado de ser jugador, y podía dedicar mis días para poder llevarlo todo muy preparado. Antes tenía el tiempo justo, pero ese año que me liberé, pude aprovecharlo para tener espacio y centrarlo a estar con las jugadoras. Si tenían algún problema me quedaba hablando con ellas o si había que corregir algo lo analizábamos en un video. Charlas de una hora o media hora que hasta entonces no había podido hacer.
Al no tener experiencia tuve que darle con muchas ganas, pero disfruté mucho. Aunque el año que mejor lo pasé fue en 2018 cuando entrené a dos equipos femeninos. Además de coincidir con mi amiga de la infancia que te había mencionado antes, siempre que me encuentro a alguno de los padres o de las chicas me agradecen todo lo que hicimos. Creo que es algo muy bonito tanto en el fútbol como en la vida, el poder dejar un buen recuerdo.
¿De qué forma te mantenías económicamente?
Aquí tengo que dar las gracias a mis padres. Cuando volví a Vitoria estaba con la carrera, y cuando entrenaba ganaba lo justo para gasolina. Incluso el año que llevaba a dos equipos no me daba para mucho más. Pero cuando acabo la carrera es cuando me siento más liberado. Es entonces cuando compaginé el trabajo en un comedor con los entrenamientos. Además, allí ya me ofrecieron cifras algo más grandes, y como vivía con mis padres tenía espacio para poder ahorrar. Fue a partir del año pasado cuando pude vivir de ello con el Rayo en Primera.
«Cómo entrenador es importante el poder respetar ese espacio y sentir que confían en ti»
No es el mismo Mikel el de ahora que el de antes. ¿Cómo has visto esta evolución?
Cada maestrillo tiene su librillo. En mi caso siempre me he caracterizado por intentar estar cerca del futbolista. Creo que es importante saber cómo estar con cada uno en el día a día. Hay gente a la que quizás le hablas de táctica y no quiere saber más y otras que te pedirán todavía más. Habrá personas con las que querrás acercarte más y te dejarán, y otras personas a las que deberás dejar un espacio difícil de generar. Al final, cuando compartes algo con alguien generas un vínculo y un espacio de confianza.
Entonces, como entrenador es importante el poder respetar ese espacio y sentir que confían en ti. Y te encuentras con personas de todo tipo, pero cuando alguien no quiere acceder, es que algo has hecho mal. Pero siempre me ha gustado poder tener el espacio necesario para hablar de todo tipo de cosas y poder ayudar a los y las jugadoras. Más allá del futbol, para así tener un grupo más humano, porque a veces es más importante ese aspecto que lo táctico. Por mucho que hayas trabajado, si estás en una mala dinámica las cosas no van a salir bien.
Pasas por Alavés y Eibar. ¿Cómo es estar en las categorías inferiores de dos clubes profesionales?
De ambos sitios guardo muy buen recuerdo. Me ayudó a exigirme más y aprender de gente muy buena que tenía a mí alrededor. Además de las posibilidades que te dan. Eso es algo que siempre he valorado porque no te lo encuentras en todos los sitios. Desde el material, de los recursos o formaciones internas que te dan. Allí aprendí mucho, y como en el resto de clubes, me han hecho vivir grandes experiencias. Ahora viéndolo desde fuera lo valoras mucho más. No todo el mundo puede tener estas oportunidades, por lo que me siento muy afortunado.
Has estado en el futbol base tanto en equipos masculinos como femeninos. ¿Qué recuerdos te llevas de esos años entrenando en el fútbol base femenino?
Tras esos años entrenando en el fútbol femenino, considero que todo el mundo fue muy agradecido. Allí ya estaba más formado y di el 200% de mí, por eso el ver toda la progresión y las caras de felicidad de mis jugadoras en los últimos torneos fue brutal. Por eso cuando me encuentro aún hoy a los padres o a las jugadoras y que todavía me recuerden por lo vivido te llena de felicidad.
Se dice que la diferencia del futbol femenino con el masculino es que se trata de algo muy pasional. ¿Tú que has estado tantos años en los dos mundos, también lo sientes así? ¿Crees que es mucho más íntimo?
Estoy de acuerdo. Después de haber cogido mi primer equipo femenino y haberlo vivido por dentro fue lo que me hizo querer seguir en ello. Las jugadoras me apoyaron muchísimo, querían más de lo que yo les daba, y eso generaba que yo me implicase mucho más. Me hacía sentir muy agradecido por su parte. Todo el buen trato que había nos hacía tener un grupo unido, y quizá con los chicos no es tan fácil porque cada uno va más a lo suyo.
¿Cómo gestionabas el entrenar dos edad distintas? Supongo que tenías que adaptarte a dos contextos muy dispares.
Obviamente son dos edades muy distintas, y mucho más cuando un equipo era de fútbol 8 y otro de fútbol 11, por lo que cambiaban muchas cosas a la hora de gestionar. Pero es verdad que a pesar de ser muy jóvenes las de fútbol 8 tenían una madurez bastante importante en general. Alguna quería dar ya el paso al equipo de fútbol 11, y como te he dicho antes, todas ellas querían más y más. Cuando íbamos a algún torneo y nos enfrentábamos a equipos potentes como Athletic o Real Sociedad, veías que quizá faltaba algo para llegar a su nivel, pero ellas querían seguir trabajando para alcanzarlo. Al final eso permitió conseguir una progresión personal y futbolística enorme.
Y en el de fútbol 11 tener chicas de todas las edades había que saber coordinar bien todas esas partes. Chicas de 15 años que se enfrentaban a mujeres de 30, otras que estaban allí como hobbie u otras que querían progresar y llegar al primer equipo femenino. Y también me quiero acordar de Inés, que gracias al fútbol se apartaba un poco de lo que tenían en su día a día. Fue un aprendizaje muy bonito. Con todo ello intentábamos llegar a la competitividad que exigía el club, y deportivamente acabó siendo un año muy bueno.
En 2019 pasas por el Eibar y un año después te conviertes en primer entrenador del San Prudencio masculino.
Después de ese año en el Aurrera, que sentía que lo había dado todo, yo quería dar un paso más en mi formación. Fueron cuatro años de mucho desgaste, compaginándolo con el Alavés y el Eibar y nada, me llamaron desde el San Prudencio. Fue la primera vez en la que me encontré entrenando a gente de mi edad. Algo que de primeras me pareció raro ya que a muchos los conocía del día a día. Incluso para ellos fue chocante. Aun así ese año fue un caos por el tema de la pandemia.
Al no ser un deporte profesional, paramos y arrancamos en varias ocasiones. Aunque al final en la fase de ascenso pudimos planificarlo todo de forma más seguida y acabó siendo un año increíble. Es cierto que no deja de ser un equipo de colegio que competía con equipos de mayor nivel, pero paso a paso y con un buen equipo acabamos plantando cara. Y de allí vi lo poco que importan las edades. Mientras demuestres que vales para ello, todos van a creer en ti.
Fue también el previo paso a este año, que había gente que era más mayor. Con 26 años estaba dirigiendo a una institución como Pilar García, o a Camila y Yanara Aedo, entonces esa primera experiencia la pude coger para este año. Con Andrea Esteban creo que hemos sido los entrenadores más jóvenes de Primera Iberdrola, ella como primera y yo como segundo. Hay que hacerse valer, si no demuestras de nada sirve el resto.

Cómo se produce tu llegada al Rayo Vallecano? Pasas de entrenar a un equipo vasco masculino a Madrid para entrenar a un equipo femenino de la máxima categoría.
La llamada vino por parte de Miguel durante ese periodo en el que la liga del año pasado acabó muy tarde. Cuando me llamó y me lo propuso, ni me lo pensé. Al final era el sueño que había querido siempre, el poder estar en Primera y poder disfrutarlo desde dentro. También me sentía preparado para una oportunidad de tanto nivel a pesar de llegar de un futbol modesto. Al final, detrás de esa pizca de suerte hay mucho trabajo que no se ve. Hay mucha gente en Primera que ha pisado mucho barro para poder llegar al alto nivel. Incluso el hecho de haber estado también en niveles inferiores, en los que no te da para vivir de ello, te permite tener una visión más amplia y valorar lo que consigues.
¿La llamada que te hacen de dónde viene? ¿Conocían tu trabajo o fue fruto de una recomendación?
Llegó por una recomendación. A partir de allí estuvimos hablando y al final me dijo que quería contar conmigo. La verdad es que aquí en el País Vasco siempre le han tenido mucho cariño al Rayo Vallecano, y siempre te hace ilusión que te llame un club tan especial y con la gran historia que tiene en el fútbol femenino. Si te llega una oportunidad como esta, no te lo puedes pensar. Pasó todo muy rápido.
¿Sobre qué bases empiezas a analizar el equipo como segundo entrenador?
El año anterior había estado visitando al Valencia, y allí hicimos un macroanálisis de todos los partidos de Primera Iberdrola. Eso me dio un conocimiento del nivel de la competición y principalmente del Rayo. En ese sentido ya sabes que posiciones puede cubrir cada futbolista, su recorrido, las oportunidades que puede darte la plantilla. Y basándonos en eso, junto a las decisiones del primer entrenador, planificamos la pretemporada y los contenidos a trabajar. Hay que analizar muchas cosas, poner muchas cosas en común, y centrarse de lo más mínimo a lo máximo. Es cierto que la pretemporada fue más distinta de lo normal (por el tema de los fichajes), pero al final llegamos al partido del Wanda a competir ante todo un Atlético de Madrid.
¿Cómo era la relación entre segundo y primer entrenador? ¿Conocías a Miguel de antes?
No lo conocía de antes, como ya te he dicho llegó todo tras una recomendación. A partir de allí empezamos a trabajar y a poner todo en común para el beneficio del colectivo. Pero es algo que pasa con todo el mundo, tanto con el entrenador de porteros, como con el preparador físico… No es algo de dos personas, es el objetivo del colectivo técnico. El resumen es ese. Todo empieza con la recomendación, y luego poco a poco se basa en crear una relación para llegar a la primera jornada y poder dar el máximo.
¿Empieza la temporada y desde fuera había mucho ruido por todos los problemas extradeportivos. De qué forma lo manejó el cuerpo técnico?
Por mucho que no leas todo te acaba llegando, pero yo hablándote de mi personalmente, tras cada partido lo único que quería era centrarse en el próximo rival y poder trabajarlo durante la semana. Estaba enfocado 100% en el fútbol para poder dar el máximo y ayudar a la salvación del equipo. Mi intención era dedicarle las 24 horas al equipo. Incluso los días que teníamos descanso veía partidos y montaba los análisis para las jugadoras. El objetivo era ponerle rumbo al barco aunque al final no pudo ser. Pero siempre lo intentamos.
¿Cómo se gestiona un vestuario desde tu posición tras un inicio de liga tan complicado?
Creando vínculos. Preocuparse por el estado de las jugadoras y saber preguntar para que te puedan decir cómo se van sintiendo. Si hay algo que no sale bien en el campo, ya sean los lanzamientos de falta u otro aspecto, la intención era estar siempre allí y ayudar a trabajarlo. Y aquí también hay algo importante. Gracias a mi psicólogo sabía cómo gestionar yo la derrota durante el día a día. Que también te digo, hay que saber perder porque muchas veces se aprende más.
Por eso, mediante mi psicólogo intentábamos gestionar el cómo estaba, y luego, con ciertas situaciones del día a día las cuales no sabía gestionar, también me ayudaba para poder mejorarlo. Creo que como entrenadores nos formamos mucho más en lo táctico que en lo humano, algo que muchas veces es un error. Claro que no hay que dejar la pizarra a un lado, pero primero está la persona.
La primera victoria ante el Sevilla debió suponer un momento de liberación para ti.
Por supuesto. Eran muchos meses de trabajo. Yo llegaba a mi casa y me decía: “No sé qué más puedo hacer”. Y de verdad, en vez de seis partidos, quizá me veía ocho, y al mismo tiempo cada vez le empiezas a dar más vueltas a todo. Por eso que gracias a mi psicólogo podía reconducirlo y ver las cosas desde otro lado. Que a pesar de los resultados no lo estaba haciendo tan mal. Simplemente que las cosas a veces no salían.
Tras la victoria perdéis por la mínima ante el Real Madrid. ¿Había esperanzas después de competir ante uno de los grandes equipos de la competición?
Esa victoria nos quitó una losa de encima. Estábamos en la jornada ocho y al menos ya conocíamos lo que era ganar. Es cierto que te toca visitar a todo un Real Madrid en el Di Stefano, pero durante el encuentro estuvimos peleando y tuvimos ciertas opciones. El gol fue en la segunda parte y ya nos hizo ir a contracorriente, pero generamos ocasiones y la sensación no fue mala. No era para ganar, pero pudimos empatar el partido perfectamente.
«Lo que más nos importaba era que el Rayo consiguiese la salvación»
¿Hubo algún momento catastrofista en el vestuario? ¿Notabas que las jugadoras se resignaban ante la situación?
Todo el mundo era consciente de lo que nos estábamos jugando, y como entrenadores también tienes la preocupación de que te puedan echar. Pero lo que más nos importaba era que el Rayo consiguiese la salvación. Incluso después de haber marchado, porque al final se trata del equipo que has cogido a principio de temporada. Pero siempre intentamos verle el lado positivo y sobre todo confiar a muerte en el trabajo de todos.
Los dos partidos en los que estuviste como primer entrenador coincidieron con los dos últimos partidos del cuerpo técnico antes de la destitución.
Miguel cogió el COVID y me tocó a mí dirigir ante Eibar y Sevilla. En el partido ante el Eibar pudieron venir mis padres y mi hermana, y para mí fue algo muy especial. Ya desde el calentamiento me sentía protegido. Después de haberme visto en el barro era un día para poder disfrutar.
¿Cómo enfocas ese primer partido ante el Eibar siendo tu primera experiencia? Fue una pena el perder en el último minuto de partido.
Enfoqué el partido con muchísima normalidad. Si que se lo comento a la gente más cercana, pero no me di protagonismo, el verdadero foco debía estar en las jugadoras y en poder ganar. Tampoco era la primera vez que estaba en un banquillo dirigiendo por lo que lo veía como algo normal. Sabía lo que había que hacer y conocía la propuesta del Eibar. Pero como dices, el resultado fue un palo muy duro. Ese partido era muy importante. Había que ganar porque nos enfrentábamos a un rival directo, aunque cuando llegas al noventa, si no ganas por lo menos intentas el empate. Y llevo desde enero acordándome de esa jugada. Estábamos en un córner a favor, con varios rechaces del Eibar, y en uno de ellos, el contraataque termina en gol. Después de tanto trabajo te queda un mal sabor de boca.

Tres días después teníais el partido ante el Sevilla. ¿Cuál era la situación del cuerpo técnico? ¿Peligraba vuestra posición?
La situación era que había que ganar. En cuanto a mi puesto yo personalmente sentía que si el Rayo tenía que prescindir de mí para que se salvase, no me importaba. En los dos partidos que me tocó, junto con la ayuda del staff, intentamos hacerlo lo mejor posible. Fuimos a Sevilla a ganar, ya habíamos ganado en la primera vuelta, y conocíamos las variantes que nos podían proponer. Empezamos perdiendo, pero conseguimos dar un cambio de mentalidad tras el descanso y empatamos el partido. Eso nos hizo creer, y a pesar del peligro que nos trajo la entrada de Toni Payne, parecía que podíamos llevarnos el empate. Incluso tuvimos un larguero, pero prácticamente un minuto después el Sevilla marcar el 2-1. Fue durísimo para todos. Esos dos partidos los he visto muchísimas veces, porque al final también te sientes culpable de que las cosas no salgan bien.
A pesar de todo pudisteis despediros con una victoria ante el Málaga en la Copa de la Reina. ¿Te ayudo a marchar con la conciencia más tranquila?
La Copa era una competición que nos ilusionaba. Es un torneo en el que todo puede pasar, fíjate donde acabó el Sporting de Huelva. Pero a pesar de ganar al Málaga, como cuerpo técnico no te vas con un buen sabor, porque al final el pan de cada día te lo juegas en la liga. Es la consecución de hacer bien las cosas, y ver que nada salía bien me dio mucha pena.
¿El día que se anuncia la recisión cómo te enteras?
Nos llamaron antes de que saliera el comunicado y luego se hizo público. En ese momento nosotros ya habíamos firmado.
A partir de ese momento cómo pasa a ser tu vida? Vuelves a Vitoria o sigues en Madrid?
Una vez se terminó todo dediqué mi vida a poder hacer cosas que en su momento no me había dado tiempo. Me quedé viviendo en Madrid hasta finales de mayo, aproveché para conocer la ciudad, pasar tiempo con personas importantes y aprender a gestionar todo ese vacío. Cuando estás metido en el mundo del fútbol te atrapa, y cuando sales de él al final siempre lo echas de menos. Aun así tampoco te voy a mentir y durante todo ese tiempo seguí viendo mucho fútbol (comenta entre risas). Teniendo a tantos equipos de Madrid en Primera siempre tienes un hueco para ver partidos, y por supuesto fui a ver al Rayo en Vallecas. Un tiempo de desconexión aunque evidentemente con vinculación al fútbol.
¿A día de hoy te sigue costando recordar los malos momentos, o lo ves como una experiencia bonita?
Lo que más me ha dolido ha sido ver que el Rayo no haya podido estar en la primera liga femenina profesional. Se merecía estar ahí. Es un club muy bonito, donde yo he estado muy a gusto y me he sentido muy arropado por toda la afición. Es lo único que me ha quedado. El no poder dar lo que el equipo merecía y evitar el descenso. Tienes la mosca detrás de la oreja que te dice que con unos cuantos puntos más hubiéramos podido estar en la pelea.
¿Con qué te quedas de todos esos meses?
Me llevo a personas muy importantes con las que afortunadamente sigo manteniendo el contacto y me siguen agradeciendo por todo el trabajo. También te llevas el privilegio de haber podido disfrutar de la máxima categoría y de estar en un club con tanta historia. Y además tengo una imagen muy bonita de mi familia que sacaron en el Wanda con mis padres de fondo mientras el equipo sale al campo. Sin duda la tenemos enmarcada en casa. Por eso que sin duda me llevo el apoyo de mis padres, que siempre han estado allí. Sobre todo me quedo con todo esto, aunque las acreditaciones, las camisetas y las fotos siempre quedan para el recuerdo. Todo ello lo voy guardando para la posteridad así que quizá tendré que comprarme una casa más grande para meterlo todo (se ríe).
Por último. Eres autor del libro ‘Cuando todo se apaga’. ¿En qué momento decides ponerte a escribir?
A todos durante la pandemia nos vino por ya sea hacer ejercicio, leer más, y yo me quise poner a escribir. Era algo que siempre había querido hacer. No me considero escritor ni mucho menos, pero este era un proyecto que quería hacer. Poder contar a modo de novela la vida de una entrenadora y todo lo que le sucede en el día a día de una temporada. Hay varias jugadoras y entrenadoras que lo han leído y que les gustó. Seguro que habrá que mejorar cosas, pero me lancé y al final pude escribir el libro. Ahora también tengo otra idea en mente pero la estoy cociendo poco a poco.