Old Trafford, donde se cumplen los sueños

Una odisea entre terminales y una inolvidable experiencia en el Teatro de los Sueños para vivir el arranque de la Eurocopa
Levantarse a las cuatro de la mañana para coger un avión, llegar tarde a Mallorca y perder un vuelo dirección Manchester, patearse una terminal entera para lograr otro billete… Cosas de los aeropuertos, pero cuando entras al estadio, todo se pasa y el cansancio se convierte en una sensación imposible de describir. Mucho más si te encuentras en Old Trafford, el Teatro de los Sueños. Hoy quería contaros el relato de un viaje exprés para vivir el arranque de la tan esperada Eurocopa. Ya os aviso, no todo fue de color rosa, pero cada instante valió la pena solo para disfrutar del increíble ambiente en uno de los campos más icónicos del mundo.
¿Hay algo peor que un aeropuerto? Sí, pisar tres. Cuando salieron las entradas para el partido en Manchester, tocó comprar los vuelos. Pensando más en el precio que en la comodidad, cogimos un vuelo que partía de Barcelona a las 8:00 de la mañana y llegaba a Palma a las 9:00. Una vez eso, tomaríamos un avión sobre las 10:00 para poner de esta forma el rumbo definitivo a Manchester. Al final, la ley de Murphy hizo su magia, y lo más barato se convirtió en lo más caro. Llegamos tarde al aeropuerto de Palma, y el avión hacia Manchester partió. No sirvió para nada la pateada por toda la terminal, así que tocó encontrar alternativas y sacar la billetera.

Encontramos un nuevo vuelo que salía a las 12:00. De nuevo tocó pasar por los pesados controles y las eternas colas, pero finalmente logramos coger el avión. Una vez dentro, estuvimos rodeados de ingleses resacosos abrumados por el sol de las Baleares, y a pesar de que el viaje fue duro y el cansancio se acumulaba, conseguimos finalmente llegar a nuestro destino. Otra vez pasar controles, y desde ese mismo instante pensar en cómo llegar a Old Trafford. Tras cruzar el enorme aeropuerto entero, encontramos un tranvía que nos dejaba a pocos metros. Otra vez sentados, en un trayecto de más de una hora, y sin todavía comer nada.
Eran las 16:00 y ni siquiera había empezado nuestro día, tan solo habíamos dado vueltas, pero acabamos llegando a destino. Sorprendidos por no ver ni un solo edificio, tan solo casas adosadas, pero Old Trafford estaba allí. Al fondo de una larga calle se veía parte de esa increíble estructura. Nada más llegar a la zona, tocó comer un hot-dog y tomarse una cerveza. A lo inglés. En un bonito entorno con las leyendas del Manchester United muy presentes, los aficionados austriacos e ingleses empezaron a llenar el ambiente. El partido se acercaba.



Con una fan-zone muy bien organizada y animada por canticos y canciones, conseguimos entrar al estadio después de subir incontables escaleras. Primera impresión: indescriptible. Ver de frente la Stretford End y a sus lados las Sir Alex Ferguson Stand y Sir Bobby Charlton Stand. El síndrome de Stendhal para los futboleros. La estructura de Old Trafford te atrapa, aunque sí es cierto que en según que lugar estás sentado quizá esa euforia se desvanece, ya que la cubierta tapa gran parte de la visión general. Aun así, cuando empiezas a escuchar el estadio rugir, se pasan todos los males, y más con el disyóquey que querrías en todas las fiestas.
Las jugadoras no tardaron en salir a calentar. Daba igual de que equipo eran, todas se llevaban la ovación. El ambiente poco a poco se llenaba, y la espera pasó rápida. Faltaba nada para el arranque del encuentro, pero antes tocaba inaugurar la Eurocopa. Y de qué forma. Un gran espectáculo que en primera persona se convierte en algo increíble, y al que le siguió el “God Save The Queen” de los ingleses. Nada más que añadir señoría. Extasiado no, lo siguiente, y todavía no había empezado el encuentro. Con el balón que llegó con un coche teledirigido al centro del campo, la colegiada española Marta Huerta de Aza dio el inicio. Empezaba la Eurocopa.
Inglaterra salía con su once de gala: Mary Earps; Lucy Bronze, Millie Bright, Leah Williamson, Rachel Daly; Georgia Stanway, Keira Walsh; Beth Mead, Fran Kirby, Lauren Hemp; Ellen White. Austria lo hizo con jugadoras muy interesantes en su once: Manuela Zinsberger; Laura Wienroither, Carina Wenninger, Viktoria Schnaderbeck, Verena Hanshaw; Sarah Puntigam, Barbara Dunst, Sarah Zadrazil, Laura Feiersinger, Katharina Naschenweng; Nicole Billa. A priori, las inglesas partían como favoritas, pero el cuadro visitante, muy arropado por su afición, no quiso ponerlo nada fácil.
Dirigidas por Irene Fuhrmann, las austríacas le pusieron mucho ritmo al inicio del partido. Inglaterra estaba perdida, con muchos errores no forzados, pero poco a poco se centró y ganó terreno. Pocas ocasiones en los primeros minutos, pero el gol llegó justo al cuarto de hora. Tras una gran acción de Fran Kirby, la gran alegría de Inglaterra tras estar ausente en este final de temporada, Beth Mead controló delante de su compañera en el área Zinsberger y la puso picadita. Aunque la sacó la defensa de Austria, la colegiada acabó señalando gol tras revisión del VAR.


Un gol que aturdió a Austria, y aunque intentó lanzarse en ataque con Nicole Billa y Sarah Zardazil, perdió por completo el control. Inglaterra se acomodó sobre el campo, aunque tampoco fue capaz de generar más ocasiones. El partido se jugó en el centro del campo, y salvo varias llegadas de Lauren Hemp y Lucy Bronze por bandas, y un remate ajustado de Ellen White, poco más pasó en el primer tiempo. Hasta el momento nadie había brillado, tan solo una Millie Bright que sacó todo lo que pudo y dejó sin apenas opciones a las atacantes austríacas.
Ya en el segundo tiempo, se repitió el mismo guion. Austria trató de ponerle ritmo, fue más constante, pero de todas formas, el poderío defensivo de Inglaterra no permitía opciones. Poco sucedió y el estadio lo notó. Hubo varios minutos de titubeos, hasta que un disparo de Barbara Dunst despertó a Austria, que intentó igualar el marcador en los últimos minutos con más corazón que cabeza. Ganó Inglaterra, un debut deslucido, pero dejando claras sus intenciones. Austria, por su parte, con la cabeza puesta en intentar sumar tres puntos vitales ante Irlanda del Norte.
Ese final de partido levantó nuevamente a Old Trafford, que no se olvidó de entonar el Sweet Caroline y el One Kiss de Dua Lipa, dos canciones que se han vuelto míticas en Inglaterra y que suenan a fútbol. El MVP del partido fue dado a Georgia Stanway, recién fichada por el Bayern, aunque perfectamente lo podrían haber recibido tanto Lucy Bronze como Bright, que tuvieron mucha más presencia. Y con esto y la enorme experiencia, tocó volver al aeropuerto, aunque eso fue lo de menos. Lo más importante, la cifra en asistencia que dejó el estreno: 68.871 aficionados protagonistas del estreno de la Eurocopa en un estadio de ensueño.